Este artículo puede ser muy polémico, así que debo aclarar varios conceptos.
Lo que te voy a contar está basado en la lógica, asociando y meditando sobre los conocimientos que tengo sobre este tema.
No soy epidemiólogo, ni experto en microorganismos.
Pero sí he aprendido y experimentado lo suficiente para escribir esto con confianza.
Tampoco voy a ser muy académico, por lo que prefiero dar explicaciones poco precisas siempre que se entienda bien el concepto.
Hasta hace poco, no nos habíamos preocupado excesivamente de los microorganismos que habitan en el agua.
Sabiendo que nuestras piscinas tienen cloro, creemos que todos los patógenos se eliminan de forma absoluta e instantánea.
Pero no es así.
El cloro, como cualquier desinfectante, tiene unas propiedades limitadas, que definen cómo se comporta.
Es un elemento muy reactivo, es decir que reacciona fácilmente en contacto con otros elementos.
En el agua, tiene un poder oxidante.
Al entrar en contacto con materia orgánica, se combina formando compuestos.
Esta materia orgánica se oxida, o sufre otro tipo de reacciones.
De lo que se trata es que esta materia orgánica cambie lo suficiente para que no sea capaz de desarrollarse.
Las células se degradan y son incapaces de reproducirse, o simplemente mueren.
Dependiendo de la concentración de los productos químicos en el agua, este efecto es más o menos rápido.
Normalmente, se necesitan algunos minutos, incluso horas, para que el cloro desnaturalice la materia orgánica.
Podemos acelerar el proceso añadiendo más químicos al agua, pero esto es perjudicial para nuestra salud.
Queremos matar a la materia orgánica que puede ser perjudicial, pero no a la que forma parte de nuestro cuerpo.
Nuestra piel es bastante más gruesa y resistente que el recubrimiento de las bacterias o de los virus.
Por lo tanto, con una cantidad que para nosotros es segura, estos microorganismos mueren rápidamente.
Se trata de mantener el equilibrio para que el agua sea agresiva con nuestros enemigos microscópicos, a la vez que inofensiva para nuestros hijos.
Por eso no es buena idea subir mucho el nivel de cloro del agua para estar más seguros.
Cómo se producen los contagios
Cuando llegamos a una piscina por la mañana, sin que nadie la haya usado desde el día anterior, podemos bañarnos con tranquilidad.
El cloro (o cualquier otro desinfectante equivalente) habrá matado a prácticamente cualquier virus o bacteria del agua.
El riesgo aumenta cuando hay más personas compartiendo ese agua.
Si una persona sufre una gastroenteritis, o una conjuntivitis, al meterse en el agua puede estar soltando virus.
Estos microorganismos serán desactivados por el cloro en unos minutos.
Pero si hay otra persona cerca, y algunos virus entran en su cuerpo, a través de sus ojos o mucosas, habrán llegado a un lugar seguro donde sobrevivir y reproducirse.
En pocas horas o días, esta persona puede haber enfermado, si su sistema inmunitario no ha sido capaz de eliminar estos virus en un primer momento.
Puede que la instalación esté funcionando perfectamente, con todos los valores en su nivel correcto.
Hay que entender que los procesos no son instantáneos.
Cómo aumentar la eficacia desinfectante
No soy partidario de añadir más productos desinfectantes al agua de los necesarios.
Un agua más agresiva con los microorganismos también lo será con nosotros.
Lo que sí debemos conocer, es que algunos sistemas añaden ventajas en este sentido.
Antes de ponerte unos ejemplos, debes tener claro lo que es la concentración residual de desinfectante.
El cloro, igual que otros productos como el bromo o el oxígeno activo, permanecen en el agua durante un tiempo relativamente largo.
Esto hace que el poder desinfectante del agua sea permanente mientras el nivel de producto se mantenga en una concentración suficiente.
Cuando el producto se va evaporando o reaccionando con otros elementos, su nivel cae, y el poder desinfectante del agua es menor.
Pero hay otros productos o sistemas que son muy inestables, y en pocos segundos o minutos ya no sirven para nada.
En una piscina, la mayor parte del agua está quieta, y solo una parte se hace circular por el sistema de depuración.
Podemos instalar equipos muy agresivos con los microorganismos en el circuito de la depuradora, puesto que no afectarán directamente a las personas.
Ahora sí, vamos con los ejemplos.
Desinfección por luz ultravioleta (UV)
La luz ultravioleta deteriora las células.
Sin entrar en detalles, puede desactivar la capacidad de las células para reproducirse.
Hay distintas variedades dentro de este tipo de luz, y no todas sirven para este propósito, o al menos con la misma eficacia.
En el mercado encontramos sistemas que desinfectan el agua con bastante eficacia.
El problema de este sistema es que no tiene poder residual, es decir que lo que no pasa por delante de la lámpara UV, no se ve afectado.
Es decir que si un virus está en el centro de la piscina y no es aspirado por la depuradora, no pasará por la luz UV y no será destruído.
Por lo tanto, este sistema está bien para reforzar el poder depurativo, pero no elimina la necesidad de usar un desinfectante químico que permanezca en toda el agua de la piscina.
En resumen, el sistema UV no elimina el uso de cloro, pero sí puede tener sentido si queremos mejorar la higiene de la instalación.
Desinfección por ozono
El ozono es un gas, formado por iones de oxígeno (O3).
Tiene mucha facilidad para formar óxidos con otros elementos, es decir que es muy oxidante.
Por lo tanto, en grandes concentraciones es dañino para las personas, y por lo tanto para los microorganismos no deseados.
Hay sistemas de desinfección del agua que generan e inyectan ozono, haciendo que el agua sea más oxidante.
Este sistema se usa en desinfección de urinarios y WC en edificios públicos, por ejemplo.
El ozono es muy fácil de crear, a partir de aire y electricidad.
No hace falta recargar o rellenar depósitos.
Los sistemas de depuración para piscinas basados en ozono son bastante eficaces para matar cualquier patógeno que pasa por la depuradora.
El problema del ozono es similar a la luz UV.
Al ser un gas muy volátil y reactivo, en poco tiempo se evapora, de forma que no tiene mucho poder residual.
Por eso suele usarse en piscinas pequeñas o spas, pero no en vasos de grandes dimensiones.
Por lo tanto también es más un complemento que un sustituto del cloro.
Cloración salina
Los cloradores salinos tienen una particularidad de la que no se suele hablar mucho.
En estos sistemas, el agua salada reacciona al pasar por la célula electrolítica.
Si no sabes de lo que hablo, lee este artículo donde explico cómo funciona la cloración salina.
La cuestión es que cuando se produce la electrólisis, se generan varias reacciones químicas.
En un primer momento, se generan gases muy reactivos, como el ozono y el cloro gas.
También ácido hipocloroso, que al cabo de unos minutos en el agua se convertirá en hipoclorito sódico, que es el cloro que se mantendrá en el agua desinfectándola durante horas.
Una vez que el cloro está en reposo, apenas hay diferencia entre un sistema de cloración salina o un tratamiento típico con cloro líquido.
La diferencia está en la reacción electrolítica, y lo que pasa en un primer momento.
Estos productos tan inestables al principio, son precisamente los que nos interesan para destruir microorganismos en poco tiempo.
Por lo tanto, casi cualquier cosa viva que pase por la célula electrolítica tiene los segundos contados.
Es decir que el mismo sistema combina un tratamiento de choque, más un tratamiento residual.
Ningún sistema es 100% eficaz
Hay más sitemas de los que te he explicado, pero estos son los que más relevantes me han parecido para este artículo, dentro de los que conozco.
Por lo tanto podrían haber otros que no controlo.
Si lo conoces, déjanos tu comentario para que todos ampliemos conocimientos.
Lo que debemos tener muy claro, es que no existe un sistema que elimine instantáneamente los microorganismos al momento de entrar en contacto con el agua de nuestra piscina.
Así que debemos tomar ciertas precauciones, sobre todo en piscinas públicas con muchos bañistas.
El tristemente famoso distanciamiento social debe cumplirse también aquí.
Si un virus sale de un cuerpo y no hay nadie cerca, seguramente morirá en el agua antes de poder contagiar a nadie.
También es más importante ducharnos antes de meternos en el agua de la piscina.
Si tenemos virus y bacterias en la piel, el agua de la ducha arrastrará a una parte, siendo un poco menos contagiosos.
De todas formas, hay que ser realistas.
No estamos eliminando el riesgo, solo reduciéndolo.
Debo ser honesto, y decir que no me parece bien abrir las piscinas públicas o comunitarias en situaciones de pandemia.
Se podría hacer con cuidado, si evitamos pisar las mismas zonas para acercarnos al agua, o si nos bañamos por turnos para dejar que el cloro actúe entre un bañista y otro.
Esto aumenta las molestias, aunque sería relativamente seguro.
La pregunta es: ¿pensamos más en nuestra seguridad y la de los demás, o solo nos preocupamos de nuestra propia comodidad?
Se acercan tiempos difíciles, para las personas, las empresas, la economía, y la sociedad en general.
Habrá que ver si somos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos y encontrar nuevas soluciones a nuevos problemas.