Si tienes un clorador salino, o si eres instalador o distribuidor, ya conoces su precio.
Si solo estás buscando información para instalar un sistema de cloración salina en tu piscina, quizás te ha sorprendido su elevado coste.
Pero ¿por qué los cloradores salinos son tan caros?
¿Realmente hay tanta diferencia de calidad entre un clorador barato y otro más caro?
¿Vale la pena comprar un clorador salino barato?
Hay varios factores que justifican estas diferencias de precio tan abismales, y debes conocerlos antes de tomar una decisión, porque en este caso lo barato sí sale muy caro.
¿Cuál es el precio de un sistema de cloración salina?
Si das un paseo por las grandes superficies y tiendas de bricolaje, verás que cualquiera puede instalarse un sistema de cloración salina a un precio realmente asequible, desde unos 500 euros, que es más o menos el precio de un ordenador portátil.
Sin embargo, cuando pides información a un instalador de equipos para piscinas, el precio suele ser más del doble.
Lo primero que se te viene a la cabeza es que el instalador se lleva un buen pellizco. Pero en realidad, suele ser lo contrario.
Por eso no es habitual encontrar instaladores de cloradores salinos.
Normalmente los instalan los mismos que construyen la piscina, porque para ellos es un servicio complementario, no un negocio.
Para una piscina grande de unos 80m3, el precio de los equipos de cloración salina (sin contar la instalación) puede variar desde los 600 hasta los 2500 euros.
La elección es muy difícil, porque no quieres pagar más de lo necesario, ni comprar un equipo que te dé problemas continuamente.
¿Por qué un clorador salino es tan caro?
Un clorador salino tiene un funcionamiento aparentemente sencillo.
Convierte el agua salada en hipoclorito sódico (lejía o cloro líquido), aplicando una corriente eléctrica.
Un circuito electrónico, que realmente es un ordenador, ajusta los parámetros como tensión, corriente, tiempo de producción, etc.
La reacción química se produce en la célula cloradora, donde la electricidad entra en contacto con el agua.
La célula cloradora está formada por dos electrodos, cada uno de ellos formado a su vez por varias placas conectadas entre sí.
La corriente aplicada atrae a unos elementos y repele a otros, dependiendo de su polaridad.
Cuando estos elementos se separan son muy inestables, y tienden a unirse a otros hasta estabilizarse.
Si quieres más detalles, puedes leer este artículo.
Por ahora, es suficiente con comentar que se producen varias secuencias de reacciones, la primera es la provocada por la electrólisis, después al recombinarse los elementos, y más tarde al interactuar con el agua de la piscina, donde el cloro vuelve a convertirse en sal.
En la electrólisis se forman elementos muy oxidantes y corrosivos, como el cloro y el ozono.
Esto provoca un gran desgaste por corrosión en los metales de los electrodos.
Además, se depositan restos de cal y otros sedimentos, que también pueden provocar reacciones químicas no deseadas.
Casi todos los cloradores modernos tienen un sistema de autolimpieza, que se basa en invertir la polaridad de los electrodos cada cierto tiempo.
Así se consigue que los sedimentos sean repelidos hacia el electrodo contrario, y la corriente de agua se los lleve.
Esto significa que los dos electrodos deben ser del mismo material, porque tendrán que actuar como ánodo (polo positivo) y como cátodo (polo negativo) alternativamente.
Esto complica muchísimo el diseño, porque en un sistema que no invierte la polaridad se pueden usar materiales distintos para cada polo.
Hay pocos materiales que resistan la corrosión, sean buenos conductores de la electricidad, y funcionen bien en ambas polaridades.
Como habrás adivinado, estos materiales suelen ser muy caros.
Los electrodos que por experiencia he comprobado que son de una gran calidad, y llevan funcionando casi diez años sin ningún problema, están fabricados de titanio, y recubiertos por un óxido de la familia del platino, probablemente rutenio o rodio.
Podríamos fabricar muy fácilmente un electrodo con chapa de acero inoxidable, y sería muchísimo más económico, pero seguramente al cabo de pocas semanas se habría disuelto.
¿Realmente hay tanta diferencia entre un clorado caro y otro barato?
Antes de decidir lo que significa ser caro o barato en el mundo de los cloradores, hay que distinguir las características que justifican su precio.
Por ejemplo, para elegir un coche, comparamos varias características, como la potencia del motor, los acabados interiores, los sistemas de seguridad, el consumo, el mantenimiento, etc.
Igual que cuando vamos a comprar un coche consultamos con el amigo que “entiende de caballos y esas cosas”, con los cloradores ocurre lo mismo.
Para mí, las principales características que intervienen en el precio de un clorador son las siguientes, ordenadas de mayor a menor importancia:
- Capacidad de producción, en gramos de cloro por hora (g/h). En general, siempre es necesario que el equipo esté algo sobredimensionado en cuanto a su capacidad. Al producir más cloro en menos tiempo, puedes ajustar un valor más bajo de producción o reducir el tiempo de funcionamiento de la bomba, ahorrando mucha energía. Si te quedas justo, lo acabarás pagando en la factura eléctrica.
- Electrodo autolimpiable, mediante la inversión de polaridad. Algunos equipos económicos no incorporan esta función, así que hay que asegurarse antes de la compra.
- Composición de los electrodos. Es el PRINCIPAL FACTOR que determina la vida útil del equipo. Un electrodo de repuesto normalito puede costar entre 200 y 700 euros.
- Medición del cloro (produce solo cuando el nivel de cloro es bajo, y requiere una sonda de medida adicional). Importante en piscinas comunitarias, o con uso muy irregular. En piscinas particulares, si todo está bien ajustado, no es necesario.
- Relación entre consumo eléctrico y producción (rendimiento). No suele variar mucho entre distintos fabricantes, pero al precio de la electricidad, una pequeña variación se nota mucho al cabo del año.
- Regulador automático de pH incorporado o en un equipo aparte. Siempre debería instalarse, tanto si está integrado en un solo aparato o se instala aparte. El precio varía, aunque yo prefiero separar los equipos, por una cuestión de costes en caso de averías.
Hay otras características comerciales que intervienen en el precio, como una garantía mayor, y también cloradores especiales, como los funcionan con agua sin sal, o los que funcionan con agua marina.
Podríamos generalizar diciendo que los cloradores más económicos no pueden tener electrodos de alta calidad, porque solamente este elemento superaría el valor de todo el conjunto.
Así, podrías necesitar cambiar el electrodo cada dos o tres años.
Además, los electrodos no dejan de funcionar de repente, sino que se van desgastando y reduciendo su rendimiento, así que cada vez necesitan más horas de producción para generar el mismo cloro, aumentando el consumo eléctrico.
Cuantas más horas de producción, mayor deterioro.
Así se entra en un círculo vicioso que deteriora el equipo rápidamente.
Un electrodo económico puede acabar saliendo más caro que otro que cueste el doble.
Así que es mejor dejarte asesorar por un experto de confianza.
¿Cuándo vale la pena comprar un clorador económico?
Como las cosas nunca son totalmente blancas o negras, hay que matizar que en algunas ocasiones sí está justificada la compra de un equipo económico.
Por ejemplo, en una piscina instalada en una segunda vivienda, que solamente se utiliza uno o dos meses al año, el agua se mantiene en perfectas condiciones si está cubierta con una lona y se trata con cloro químico, como en el caso de las boyas de tratamiento invernal.
No hay productos.
Es decir que el clorador funciona únicamente durante un par de meses al año.
Es una cuestión de matemáticas.
Si el electrodo dura x horas, cuanto más trabaje durante el año, antes llegará al final de su vida útil.
En el ejemplo anterior, probablemente sea necesario cambiar el electrodo dentro de cinco o seis años, por lo que realmente no es necesario instalar un sistema mucho más caro.
Si buscamos un ejemplo opuesto, en una vivienda que tiene una piscina funcionando todo el año, que no se cubre cuando no se usa por el placer de ver y oír el agua, el cloro se evapora fácilmente, por lo que el clorador debe funcionar todos los días.
Un modelo económico podría quedarse sin electrodo incluso antes de terminar la garantía.
En el caso de una vivienda con agua dura o de pozo, la calidad del electrodo es mucho más importante, porque los restos de cal deben limpiarse con ácido, y cuantos más lavados hay que realizar, más daños sufre el metal.
Uno de mala calidad se deteriorará mucho antes.
Conclusiones
Como en todo, queda claro que dependiendo del uso, habrá que decantarse por una u otra opción.
Es importante el asesoramiento de expertos.
Así podrás tomar la decisión de forma realista, sin sorpresas desagradables.
Un buen profesional debe conocer en profundidad estos temas, porque cuanto mejor asesore a sus clientes, mayor será su reputación, y viceversa.
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